Pack George Orwell by George Orwell

Pack George Orwell by George Orwell

autor:George Orwell [George Orwell]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788466355742
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2021-06-10T00:00:00+00:00


TERCERA PARTE

1

No sabía dónde estaba. Probablemente, en el Ministerio del Amor, pero no había forma de estar seguro.

Se hallaba en una celda de techo alto, sin ventanas y con paredes de reluciente porcelana blanca. Unas luces ocultas la inundaban de luz fría y se oía un leve y continuo zumbido que supuso que tendría que ver con el suministro de aire. Un banco o estante, lo bastante ancho para sentarse en él, corría a lo largo de la pared, interrumpido solo por la puerta y, en el extremo opuesto, un váter sin asiento de madera. Había cuatro telepantallas, una en cada pared.

Notaba un sordo dolor en el estómago. Había empezado cuando lo metieron en la furgoneta cerrada para llevárselo. Pero también tenía hambre, un hambre punzante y malsana. Debía de llevar veinticuatro horas sin comer, o tal vez fuesen treinta y seis. Seguía sin saber, y probablemente no sabría nunca, si lo habían detenido por la mañana o por la tarde. Desde el momento de su detención no había probado bocado.

Se sentó muy quieto en el banco estrecho, con las manos cruzadas sobre la rodilla. Había aprendido a sentarse y quedarse inmóvil. Si hacías algún movimiento inesperado te gritaban desde la telepantalla. Pero las ganas de comer iban en aumento. Lo que más le apetecía era un pedazo de pan. Pensó que tal vez tuviera unas cuantas migas en el bolsillo del mono. Incluso era posible —de vez en cuando, algo le cosquilleaba la pierna— que hubiese un trozo de corteza. Al final, pudo más la tentación que el miedo: metió la mano en el bolsillo.

—¡Smith! —chilló una voz desde la telepantalla—. ¡6079 Smith W! ¡En las celdas, las manos fuera de los bolsillos!

Volvió a sentarse inmóvil, con las manos cruzadas sobre la rodilla. Antes de llevarlo allí, lo habían trasladado a otro sitio que debía de ser una cárcel normal o unos calabozos temporales utilizados por las patrullas. Ignoraba cuánto tiempo había pasado en aquel lugar; varias horas, en cualquier caso; sin relojes, ni luz del día, era difícil medir el tiempo. Era un sitio ruidoso y maloliente. Lo habían metido en una celda similar a la que ocupaba ahora, pero mucho más sucia y abarrotada en todo momento por diez o quince personas. La mayor parte eran criminales comunes, aunque entre ellos había algunos criminales políticos. Se había sentado en silencio contra la pared, entre los cuerpos sucios, demasiado angustiado por el miedo y el dolor de estómago para interesarse por lo que le rodeaba. No obstante, reparó en la diferencia de actitud de los prisioneros del Partido y los otros. Los primeros guardaban silencio aterrorizados, mientras que a los criminales comunes todo parecía traerles sin cuidado. Chillaban e insultaban a los guardias, se resistían cuando les requisaban sus pertenencias, escribían palabras obscenas en el suelo, comían alimentos que habían colado ocultos en misteriosos bolsillos entre la ropa e incluso gritaban a la telepantalla cuando esta intentaba restablecer el orden. Por otra parte, algunos parecían llevarse bien con



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.